Perú después del Coronavirus: escenario para la lucha social

Por Phil Rodríguez
Diferentes lecturas sobre la situación pandémica actual van apareciendo. Muchas de ellas ponen especial atención a su relación con el sistema de producción y las consecuencias que derivan de ella. Imperativamente, vale señalar que éstas deben comprenderse y/o encajarse en sus respectivas realidades desde las que son observadas, con la finalidad de no desnaturalizar los contenidos de los respectivos discursos que se van a ir tejiendo a lo largo de los días subsiguientes. Todo lo anterior contagia a la labor académico y político local de reflexionar y actuar también (dado que ambas deben ir acompañadas o, por lo menos, eso es lo que se espera), pero, en base a nuestras propias condiciones históricas, económicas, políticas, etc. Claramente, sin obviar los nexos en común que nuestros pueblos tienen.
La relación más evidente entre la propagación del Coronavirus y la economía ha sido la irrupción en la dinámica del mercado producto de las respectivas medidas gubernamentales para controlar el contagio. En una sociedad globalizada, las repercusiones en el flujo de bienes de capital y financieros llegaron del cese forzado de la producción (industrial en particular), el consumo, la actividad turística y el transporte mundial (aéreo y marítimo por decirlo al menos), que le siguió, consecuentemente, a una disminución drástica en la demanda del crudo. Por esta razón, la mayoría no ha temido en pronosticar un escenario global de recesión y depresión económica en un plazo no muy largo. Lo que sigue a partir de ahora son las interpretaciones políticas e ideológicas que se desprenden, como dije arriba, de esta situación que nos atañe a todos.
El aislamiento obligatorio (como ha sido llamado en nuestra región) que se viene ejecutando en los países afectados gradualmente ha recuperado la discusión del papel del Estado y su soberanía, mientras que, por el otro lado, se ha evocado la necesidad del remodelar la sociedad global bajo principios más comunitarios. Vayamos por partes. El Estado, en sentido constitucional, tiene como prioridad y fin último la persona humana y su dignidad, por ese motivo, es de esperar su correspondencia materializada en estrategias que salvaguarden la vida y, entre otras cosas, cubran las necesidades básicas que eso implique (Ej. Seguro de salud y Seguridad ciudadana). En este panorama excepcional que los Estados enfrentan, no es inusual pensar que las acciones que puedan tomar precisen de una gigantesca operación que articule toda su maquinaria estatal para efectos de combatir el asunto y cumplir con su razón de Estado. Es decir, evitar la proliferación de contagios y posibles muertes. Lo acontecido reafirma lo anteriormente dicho. Las aerolíneas de todo el mundo (exceptuando los transportes humanitarios) han cesado su labor por exigencias de los gobiernos de turno en aras de neutralizar el impacto pandémico (algunos países con más éxito que otros), lo que se ha traducido en un cierre de fronteras. Asimismo, no olvidemos que los Estados ha movilizado también toda la fuerza policial (en algunos casos han requerido de la presencia del cuerpo militar) para asegurar la contención de los habitantes en sus respectivas propiedades (para los que tienen), los negocios han cerrado para seguir con el protocolo (con excepción de los que abastecen con alimentos), e inclusive, algunos han llegado a aplicar maltusianismos y darwinismos (Mezzadra, 2020). Verbigracia, en Italia, muchos médicos se han visto en la fatalidad de elegir entre quien vive y muere a causa del aumento exponencial de contagiados y la falta de recursos para atenderlos, la situación en Gran Bretaña fue peor aún cuando el primer ministro Boris Johnson propuso la "selección natural" (que se salve quien pueda) como alternativa a las restricciones de movilidad que el resto del mundo acato. De suerte que él ha dado su brazo a torcer recientemente. En efecto, "reclamar para sí el monopolio de la fuerza (parafraseando a Weber) y amurallarse" resumen perfectamente las medidas tomadas.

Otros análisis menos superficiales encuentran en todo esto la posibilidad de revitalizar las luchas sociales que la izquierda pueda dirigir inequívocamente. En palabras de estos señores, lo que viene acompañado al obstruccionismo en el mercado global por las tácticas de contención del coronavirus respecto a cada país no son otra cosa más que la configuración de diversos escenarios que servirán de fondo para las próximas contiendas políticas. El popular filosofo esloveno Zizek ha observado manifestaciones de pánico, egoísmo, racismo y xenofobia producto de las medidas de represión social. Por tal motivo, Reconoce la necesidad de un frente común que invoque a la solidaridad y cooperación, de manera que, se deshagan las líneas divisorias territoriales para reordenándose en una suerte de comunidad política global (La República, 2020). Para otros académicos, el discurso anticapitalista estricto tiene más recursos para la lucha al responsabilizar enteramente al sistema de producción, debido que, éste ha acinado en su matriz una masa de ricos y pobres individualmente acorazados, exacerbados y cuyos instintos de supervivencia se desencadenan sin restricciones en situaciones calamitosas como las que vivimos hoy. Afrontar un problema común en un estado de incesante competencia y desigualdad hace imposible pensar en una forma de estar juntos (Molina, 2020). Por añadidura, estos días de paralización económica han aliviado la carga de contaminación ambiental visible en lugares como Asia o Europa, encima, las tasas de mortalidad y morbilidad por accidentes laborales y de tráfico han disminuido, lo que va a reforzar la idea de un sistema económico nocivo para nuestra salud y del planeta. No se puede dejar pasar que se ha insistido también en revelar la preexistencia de una crisis en la economía mundial arrastrada desde el 2017, motivo por el cual, se viene especulando que esa excesiva difusión y protagonismo mediático que el covid-19 ha tenido esconde detrás el interés de los grandes accionistas del mercado por paliar sus pérdidas. Así, los gobiernos generaran deuda pública cuando hayan controlado el contagio y corran por reactivar su economía (Benach, 2020).
En este país, el estado de urgencia también hizo lo suyo. Toda esta parafernalia ha desatado la paranoia, la incertidumbre y la criollada, lo que paradójicamente ha visibilizado un grueso de gentes que, hasta ahora, parecían no ser prioridad para la siempre conveniente clase política desconectada. Durante estos días de cuarenta, nos hemos visto en una suerte de estado de guerra. Las fuerzas policiales y militares, en un intento por mantener este orden excepcional, están reproduciendo violencia con los poderes especiales que les han sido conferidos. Algunas familias presas del miedo desabastecieron los principales supermercados de artículos que no correspondían a los de primera necesidad durante los primeros días de la emergencia. Lo expuesto favoreció a la especulación y, por ende, fue seguido por una subida de precios que se mantiene hasta el día de hoy. Asimismo, se ha difundido innumerables denuncias de decenas de empresas (hasta donde podamos contar) que han estado incumpliendo el ordenamiento vigente por continuar operando. En el colmo de la desfachatez, algunas han despedido personal injustificadamente, mientras que, otras han optado por adelantar vacaciones no remuneradas. Merecen mucha atención también las personas que vienen desacatando el régimen tanto en sectores de la periferia como en las más acomodadas. Todo lo hablado hasta ahora no hace más que validar la falta de valores comunes a todos nosotros.
Desde diferentes posiciones, se ha resaltado la improbabilidad de que la mayoría de familias peruanas puedan sostenerse económicamente durante el periodo de inamovilidad social sí consideramos que aproximadamente el 70% de la población económicamente activa se encuentra empleada informalmente. En ese sentido, deducimos que esta gente, en principio, carece de beneficios sociales que les sirva de respaldo y los ingresos que perciben son insuficientes para sobrevivir sin trabajar (muchos de ellos tienen ingresos diarios), a diferencia de quienes viven en San Isidro (por citar un ejemplo). En respuesta, el gobierno ha destinado un subsidio que las familias en pobreza y estado de pobreza extrema puedan usar para suministrarse de alimentos en lo que dura la cuarentena, sin embargo, esto representa solo una salida temporal que aliviará los síntomas apenas de una enfermedad crónica en realidad. De hecho, parece que tenemos que estar en una crisis para darnos cuenta de ello.

Del otro lado del cuadrilátero, la presión por parte de los gremios de aerolíneas no se ha hecho esperar para que el gobierno pueda subsanar algunas de sus pérdidas (El Comercio, 2020). Pues, así como el Estado tuvo que obstaculizar al mercado para frenar la expansión del covid-19, le tocará asumir gastos para contrarrestar la recesión venidera también. Por último, la Cepal ha realizado cálculos importantes y ha advertido que el número de pobres en Latinoamérica aumentara en 35 millones, de los cuales 23 estarán en la pobreza extrema. Al parecer, disminuirán las inversiones porque las actividades que más ingresos nos dejan como el Turismo serán menos rentables después del coronavirus (Saldaña, 2020)
Todo este bosquejo delinea un panorama de provecho para la recuperación de un contenido socialista en las futuras luchas políticas, el cual no puede ser ajeno a las nuestras. La doctrina del shock a la que estamos sometidos hoy ha reafirmado, en todas sus formas, el carácter irreconciliable de nuestra sociedad. La divergencia entre los intereses individuales, ciudadanos y corporativos (a quienes no les conviene ceder su mando) ha dejado al descubierto la falsedad del vínculo social que nos ata y con el que, en apariencia, nos sentimos identificados. Esto sucede porque las columnas sobre las que se construyen las relaciones humanas se hallan sostenidas por la dominación de unos a otros. Como resultado, se configura una plataforma de batalla para alcanzar el máximo beneficio a costa de la miseria del otro. Esto queda clarificado por los recientes acontecimientos notificados en diferentes partes del globo. La cultura de "la primacía del yo" se practica a la orden del día, ahora que los gobiernos del mundo suspenden nuestros derechos más básicos en favor de otros. Pero, el problema con estas decisiones políticas de urgencia no son las restricciones per se, sino, la histeria colectiva y la usura que deriva de ese individualismo descarado. El coronavirus nos ha mostrado, como en otros infortunios colectivos, que el verdadero mal que nos acongoja hoy no es solo biológico, contrariamente, es ideológico. Motivo por el cual, esta coyuntura demanda imperiosamente del liderazgo de las masas descontentas y desheredadas del Perú con el propósito de conquistar los espacios desde donde la clase política patrocina el capital extranjero. Dada las condiciones, los resentimientos entre las clases populares y los negligentes empresarios deben consumarse y suceder un nuevo orden que no reproduzca desigualdad, pobreza e indolencia social. De ello resulta necesario decir que la tarea académica no solo debe abstenerse en sostener con argumentos los cambios sociales o elaborar las herramientas discursivas que sirvan al movimiento popular, más aun, su participación debe trasladarse al campo del activismo político. Precisamente, la ineptitud, avaricia y desconfianza política obligan a quienes escriben trozos de papel asumir esa labor social como suya.
Bibliografía
Benach, J. (10 de Marzo de 2020). Doctrina del shock: el relato oficial del coronavirus oculta una crisis sistémica. Contexto y Acción. Obtenido de https://ctxt.es/es/20200302/Politica/31295/coronavirus-epidemia-crisis-capitalismo-recesion-joan-benach.htm?fbclid=IwAR3z5acpi1sSwxWcLyPF2Tv6Ld-VXYXTzhBtuKHrjVchKUh7eg3Qlv1L19E
El Comercio. (19 de Marzo de 2020). Gremio de aerolíneas en el Perú pide medidas de rescate al Gobierno, ante la crisis por el coronavirus. El Comercio. Obtenido de https://elcomercio.pe/economia/peru/coronavirus-en-peru-gremio-de-aerolineas-en-el-peru-pide-medidas-de-rescate-al-gobierno-ante-el-estado-de-emergencia-nndc-noticia/?fbclid=IwAR147ZjdPl1Ajsk-F1a5wvovwk-SwjuPF7ZVfOEjjhA9ld7lo-AJ2luLD1Q
La República. (14 de Marzo de 2020). Slavoj Zizek compara al coronavirus con película y asegura que fue "un golpe al sistema capitalista". Obtenido de https://larepublica.pe/mundo/2020/03/14/coronavirus-slavoj-zizek-compara-a-la-enfermedad-con-pelicula-de-tarantino-y-detalla-repercusion-de-virus-en-el-mundo-atmp/
Mezzadra, S. (16 de Marzo de 2020). Una política de luchas en tiempos de pandemia. Rosa: una revista de izquierda. Obtenido de https://www.revistarosa.cl/2020/03/16/una-politica-de-las-luchas-en-tiempos-de-pandemia/?fbclid=IwAR0ocCu8sUI5f8mDLMJRUqexVAWDMKsmnbPGPwaiwtRRr-73QuJ7WPo9z1Y
Molina, J. A. (14 de Marzo de 2020). El coronavirus y el fin del neoliberalismo posmoderno. Nueva tribuna. Obtenido de https://www.nuevatribuna.es/opinion/juan-antonio-molina/coronavirus-fin-neoliberalismo-posmoderno/20200314093616172036.html?fbclid=IwAR04Jgi6y4WpMC36gIZXweaUvNDDh77kWhTKPK7b2MMI23sQ3HT4G-bsw_k
Saldaña, I. (19 de Marzo de 2020). Coronavirus aumentara el número de pobres en Latinoamérica: CEPAL. El Universal. Obtenido de https://www.eluniversal.com.mx/cartera/coronavirus-aumentara-numero-de-pobres-en-latinoamerica-cepal?fbclid=IwAR08P2WJB81RAJdRUCq7lSv7GPH2V0EC6HUSmwqwaZ3T1RBEAnFMpeSiIAM